sábado, 12 de julio de 2008

Vacaciones en la playa

Bueno amigos y amigas, mañana me voy de vacaciones y no estaré por aquí durante unos días... así que os dejo un monólogo de despedida para que os entretengáis por si entráis por aquí. Y qué mejor y más adecuado tema para el monólogo (por cierto, siento haberme alargado bastante esta vez) que... ¡¡las vacaciones en la playa!!

Estamos ya en julio, y en nada agosto, y muchos/as de vosotros/as con un poco de suerte cogeréis vacaciones… y os iréis a la playa.

Ay la playa! ¿Qué te puedes encontrar en la playa? No, no me refiero a colillas, condones usados o medusas, me refiero a los personajes con los que te puedes encontrar en la playa.

Por supuesto veréis a los guiris con la piel roja roja, con camiseta de tirantes, pantalones cortos, chancletas y calcetines. ¿Cómo saber el tiempo que llevan en España? Muy fácil. Miradles los calcetines. Si son blancos, con dos rayas, una roja y otra negra y el dibujo de dos raquetas cruzadas, es que llevan tanto tiempo aquí que han tenido que comprarse calcetines de la patria. Vienen aquí por la sangría, cerveza, lo barato que está todo… vamos, por las mismas razones que han venido toda la vida, desde las películas de Jose Luis López Vázquez o las de Pajares y Esteso. En esto del turismo se ha parado el tiempo. Me imagino a Marty McFly viajando por el pasado y futuro con su Delorean (ya lo he nombrado más de una vez, verdad?) en el año 77 diciendo algo así como “bueno, ahora es todo un poco cutre con paellas, sangrías y guiris de piel de gamba que visten como el culo, pero allá por el 2000 todo esto será la ostia con robots y paisajes megamodernos”… ay qué ingenuo eres, McFly!

Pero no olvidemos el producto patrio… esa familia española que va a la playa con la sombrilla, toallas, nevera, incluso barbacoa (de ahí el olor a fritanga) sillas, piscinita para el bebé, la radio, las palas, balones, colchonetas, prensa, revistas, el portátil (McFly, algo nuevo!)… ¡pero bueno, ¿qué es eso?! ¿Su sitio en la playa o una Vivienda de Protección Oficial? Que los ves y les dices: “¿cuántos días van a estar por aquí?”, “¿Aquí en Comarruga? 15 días”, “No, no, digo aquí en la playa, literalmente”…

En esta familia española playera no puede faltar el bebé que llora en la piscinita porque no le gusta el agua; los niños de 8-9-10 años (vamos, en esa edad en la que son unos cabrones pero todavía no se les puede decir nada porque son niños) dan vueltas y corren sin parar salpicando todo de arena; una señora, la madre, una tía o una abuela, que grita sin parar… y por supuesto el spanish padre de familia, mi espécimen playero favorito.

Es un señor con camisa (o camiseta de tirantes), bermudas, chancletas, posibilidad de calcetines, al que normalmente no le gusta la playa mucho y se pone en la sombra de la sombrilla, y se pone a leer el periódico y a escuchar la radio con cara de “vámonos de aquí cuánto antes por favor”. Solo se levanta para decirle a sus hijos que no se metan muy adentro (seguro que ahora recordáis la canción esa de un tal Jonathan). Pero hay un elemento imprescindible que todos necesitan tener: la riñonera. Fundamental. Atentos porque no se la quitan para nada. A alguno le he visto meterse al agua con ella. Lo juro.

Sigamos con los personajes de la playa. Y amigos, amigas, como en los cómics en las playas también hay un superhéroe. ¡No! ¡No es el socorrista! ¡¿Cómo va a ser el socorrista?! ¿Alguna vez habéis visto a uno en la playa? ¿Dónde están? Pamela, Hasselhoff, ¿dónde?

No. El superhéroe es… ¡el señor que vende bebidas y helados! Ahí lo tienes: un tipo mayor, moreno de andar por la playa, que debe de andar kilómetros cada día, con una nevera enorme a cuestas donde lleva bebidas, helados… y no solo el tío va como si nada, sino que aún encima grita a plena voz lo de “¡¡hay booombóóóóón helaaadooooo!!”. ¡Qué máquina! ¡Ya sé porqué no hay socorristas en las playas, porque si pasa algo se encarga el súpervendedor de helados!

Pero no es el único gran profesional. Ahí tenemos a los negros (sin racismo eh, ¿pero son negros o no?), con 40 grados y un sol abrumador y los tíos con turbante, 28 gorros en la cabeza (que son los que venden), relojes, gafas de sol… Y nosotros los vemos, tan apurados y jodidos con tantas cosas absurdas y pasando color… y como buenos españoles les ayudamos… ¡regateando para que nos dejen algo más barato! ¿Cómo podemos ser tan cabrones? Lo vemos ahí, patético, jodido con sus 28 gorros, su turbante o túnica, sus tropecientos relojes y gafas de sol, ¿y aún encima le queremos joder más para que en vez de 3 euros nos cueste 2? ¡Bastante tiene ya con lo que tiene! … pero… el orgullo español nos impide comprarle algo a esta gente sin regatear. Y aún encima siempre, al sacar el dinero de la riñonera (cómo no!), con esa actitud de “te estoy haciendo un favor”…

Otros grandes personajes de la playa son los voyeuristas, los mirones, vamos, los salidos, que se ponen morados de ver tías buenas en bikini y topless. Son esos tíos que están mirando de lado a lado con el radar ahí listo. Dentro de los salidos hay 3 niveles: el primer nivel es el nivel tímido, suele ir un chico solo con su familia, y casi ni se atreve a mirar. El segundo nivel ya es más de salidorro, un salido más experto, y los reconoceréis porque son los que no dejan de mirar pero se tumban boca abajo (para disimular…) y con una sonrisa perversa. Y el tercer nivel, el supremo, es ya cuando varios chavales se juntan, que entonces no solo miran, si no que se avisan a grito pelado de “las novedades del radar”: “eeey tío (“Ko”, si están en Salou), mira a ésa de verde”, “¿y has visto los melones de esa rubia?” Etc etc.
Y dentro de este mundillo de salidos, aparte de estos tres niveles de “intensidad”, tenemos también otra clasificación, según sus gustos: los que “son más de tetas” y los que “son más de culos”. Los que son más de tetas son esos que se quedan mirando fijamente la delantera de las chavalas, babeando y siguiendo el vaivén con la mirada, fijamente. Y los que son más de culos lo tienen mejor, porque disimulan más, y a veces las chicas los confunden con chicos tímidos que no se atreven a mirarles… ¿por qué? Porque son los típicos que cuando ven a una tía buenísima, miran para el otro lado… ¡Pero no por timidez, si no para esperar a que pase por delante y mirarle el culo!

Con este panorama normal que las tías buenas de la playa tengan siempre por defecto la cara de “tú qué miras pervertido”. Y a lo mejor están disfrutando de la playa que no veas, y están encantadas poniéndose morenitas y leyendo el “Vale”, pero su cara siempre es de “eres un salido de mierda”. Acabarán rociándose, en vez de con crema solar, con spray antivioladores.

Después de analizar al personal que te vas a encontrar alrededor, toca meterse al agua… Hay dos formas de entrar al agua. Intentando no mojarte, que son esos que entran al agua y tú los ves y parecen acróbatas, una pierna para delante, de puntillas, los brazos abiertos… ¡qué no es un campo de minas! Y luego está el polo opuesto, los que entran al agua como auténticos locos, corriendo como si en el agua les esperara Elsa Pataky desnuda, y tirándose de cabeza a 1 metro de la orilla. (Nota: esto molaría más poder decíroslo mientras lo imito con movimientos, pero bueno). Se tienen que erniar, pero no importa, quedan como los más chulitos del lugar. “¿Has visto, Elsa, qué machote cómo me tiro al agua?... ¿..:Elsa…? ¿Elsa?...”.

Una vez dentro del agua cosas extrañas suceden. Y no, no lo digo por las olas ni por esas bolsas de plástico y/o condones rotos y/o algas marinas y/o ¿qué será será? que se enredan por las piernas. Estoy hablando de algo científico, de una prueba empírica… ¡la prueba de que el planeta se mueve está en el mar, amigos! Sí, sí. Porque tú en tu casa, ¿cuándo notas que la Tierra está girando? No, no vale decir que cuando llegas a casa los sábados borracho. ¡No lo notamos nunca! Pero en el mar notas que el mundo se tiene que mover, porque cuando sales del agua ¡siempre estás kilómetros más lejos de donde estabas! ¡Siempre! ¡Aunque no te muevas! Aunque vayas en línea recta desde tu toalla a la orilla y al mar y no te muevas un ápice, saldrás a kilómetros de tu toalla o parasol. Y entonces sales del agua, con los ojos mojados y casi cerrados por la sal, es decir, con mirada de Clint Eastwood (pero en vez de buscar a un “malhechor” buscando un puto parasol) y buscas tu sombrilla, tu toalla, tu familia... “¿Dónde está la sombrilla de Cruzcampo?” Que digo yo que joer, ¿tan cara es una sombrilla que todo el mundo las tiene de publicidad? A lo mejor es que no se venden, la única manera de conseguirla es que te la regale una empresa… “Cariño, me he tomado 15 cervezas, vengo borracho, pero me han regalado un parasol”.

Pues eso, que sales del mar casi en otra ciudad (eso sí que es turismo barato, ríete de Ryanair) y ojo no os pase como a un amigo mío que harto de buscar acabó encontrando la sombrilla de Cruzcampo y ahí se tumbó, y luego notó que hablaban raro y que era una familia de alemanes, pero bueno como le gustaba la sangría y la paella, ahí se quedó.

A veces pasa que uno, aunque quiera, no se puede bañar. Es eso de que “hay que hacer la digestión”. Pero, ¿qué mierda es esa? ¡Eso no hay quien se lo crea! ¡Es como lo del hombre en la Luna! ¡O como lo del perro, la mermelada y Ricky Martin! No, no. Menuda mentira nos han colado a todos. Y os voy a explicar porqué es mentira. Para empezar, “hay que hacer la digestión” dicen… ¡pero no se ponen de acuerdo ni ellos ni con lo básico : ¿Cuánto tiene que durar?! Aquí habréis oído de todo: que si tres horas, que si dos horas, que si con hora y media ya vale si te metes luego despacito… ¿pero qué seriedad es esa? ¿Cómo decides las horas que hay que hacer de digestión, con un dado? Y luego todo son trucos extraños y absurdos: “y primero hay que mojarse la nuca, las muñecas y el estómago”… ¿qué es esto un juego? ¡Vamos hombre! ¡La digestión es un invento de los socorristas para echarse la siesta tranquilos!

Ya para acabar llega el momento de irse de la playa, y entonces es cuando a algunas personas les entra la obsesión de “no puedo mancharme de arena”. ¿Y qué hacen? Van al agua y se mojan los pies y directamente se ponen las chancletas intentando evitar cualquier posible contacto con la arena… pero entonces, ¿qué pasa? Que van con las chancletas mojadas, al salir de la playa se manchan con arena… ¡y se forma ese maravilloso barro! Quizás por eso decidieron poner unos lavaderos de pies (lavapiés, como el barrio de Madrid!) en las entradas/salidas de las playas… Pero da igual. Es inútil. Si vas a la playa sabes que vas a llenarte de arena por todas partes, y que esa arena te va a durar casi hasta el año siguiente.

Qué gran momento ese en el que estás sacando la bolsa de la playa, intacta desde el verano pasado, y notas arena todavía rondando por ahí… Y entonces te viene a la cabeza otro gran momento, cuando, manchadísimo de arena, con casi barro en las chancletas, la camisa abierta, el parasol, rojo como un tomate… y sin escrúpulo ninguno entrabas así en la puerta del hotel, y el receptor se quedaba con ganas de decirte “Señor Fernández, buenos días, ¿qué viene usted de la Guerra Civil?” pero al final lo dejaba en un “Señor Fernández, buenos días”.

Menos mal que para quitarse del todo la arena y lavarse en condiciones se inventaron las… no, no, las duchas no, las piscinas.

Pero de piscinas, hoteles y más cosas ya os hablaré otro día…


Ahora me toca irme de vacaciones! Os echaré de menos, muchachos y muchachas!
Nos vemos a la vuelta! Pasadlo bien!

Besos y abrazos!

4 comentarios:

Anónimo dijo...

No leía tanto desde Harry Potter.Genial,como de costumbre.Pásatelo muy bien.

Anónimo dijo...

jaja si es que fomento la lectura, la cultura... se tiene que notar que soy profesor! Lo del blog es una excusa para haceros leer! jaja
Gracias brother, besos!

ZumosGiver dijo...

como siempre un 10 impresionante
y preparat a ver l mio cuando welvas XD XD XD
disfruta d las vacaciones k t las mereces

Anónimo dijo...

OOOOOOh este te lo has currao mucho no?? te ha quedado genial!!!sisii! pues nada que te lo pases muy bien y nos vemos a la vuelta!!! besooosss!!!